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Mostrando entradas de enero, 2010

El canoso consecuente

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 Todas las mañanas camino 10 cuadras exactas a mi trabajo, 1580 pasos, unos días más y otros menos. Según sea el tono de la mente con el que despierto, algunas caminatas son instrospectivas, la cabeza levemente gacha, los ojos que casi no miran, la mente un tanto acelerada anticipando los movimientos del día y en los auriculares música un poco histérica. Otras, en cambio, son puro cuerpo y corazón, la mente en silencio, los ojos, que no alcanzan, miran la montaña, ahora el lago, otra vez las montañas y vuelven una y otra vez al cielo, a veces de un azul total, rotundo, otras de un gris negro amenazante y casi siempre salpicado de nubes algodonosas.  Suelo tomar distintos itinelrarios, según los días, pero hay un puñado de rincones por los que siempre busco pasar: aquel terreno baldío esquinero desde donde la vista del lago es una postal, aquella calle que va subiendo hasta un grupo de casas que quedan recortadas contra la montaña, dominando, o aquel jardín de la casa blanca enorm

Osho

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 A Osho lo conocí a principio de los 80´ en Roma. Yo estaba en una casa extraña con un inoportuno e intenso dolor de muelas. Arriba de una mesa, un libro del Bawhan See Rajneesh (así, o más o menos así, se llamaba Osho en aquel tiempo), de tapas luminosamente anaranjadas atrae mi atención. Comienzo a hojearlo y me encuentro, entre otros pequeños textos, con una profunda meditación sobre el dolor: “Se uno mismo con tu dolor!”, “Penetra profundamente tu dolor” y frases por el estilo, me parecieron sorprendentemente apropiadas para acompañar aquellos momentos de desesperación. No es que el dolor calmara, ni mucho menos. Pero, seguro que aquella noche hubiera sido aún más penosa sin la compañía del recién encontrado Bawhan. Tal vez debido a este incidente, siempre leí con atención y agrado algunos de los innumerables textos que escribió (muchos son, más bien, transcripciones de sus charlas). No fueron muchos, pero si los suficientes, como para simpatizar con este gurú empapado del espí