Otra mirada

No me  gustan  ( entre otros) :   los   p repotentes,   los codiciosos , los autoritarios,   los winers,  los mezquinos, los intolerantes, los egos grandotes, los que solo hablan y no escuchan, los perezosos consumidores de banalidad, los que están fuera de su centro, los que se creen más, los dueños de la verdad, los incapaces de pensar en los demás...          No me gustan pero se que son simplemente hombres y mujeres que, como todos, tienen defectos y seguramente, no muchos más graves que los que tengo yo.  Nuestras imperfecciones vendrán en los genes? Las adquiriremos durante nuestros primeros años? Las transformamos cuando crecemos? No creo que yo haya podido transformar las mías. No creo que sea habitual que los mezquinos se vuelvan generosos ni los prepotentes amables. No creo que el mundo evolucione hacia la perfección y que cada vez haya más gente que sea mejor, más consciente, más íntegra.                                                                      

Viajaba en un bus desde Calahorra hacia Zaragoza, cruzando esa tierra aragonesa a la que hoy recuerdo ondulada, rojiza y más bien árida. En una parada en la ruta,  en un pueblo cuyo nombre no registré, subí yo. Me explico: yo estaba sentado bastante adelante cuando el autobús se detiene para recoger un pasajero. Yo miro, por mirar nomás, hacia la puerta que se abre. Y el que sube , con su hijo, y se sienta tan tranquilo en un asiento ubicado un poco atrás del mio                                soy yo  Aún hoy, 25 años después, no entiendo como se me hizo tan clara e inmediata esa certeza. No es que físicamente fuera exactamente igual: el tipo tenía más o menos mi edad, compartíamos un montón de rasgos físicos (altura, contextura física, miopía (tenía unos anteojos parecidos a los que yo llevaba puestos), el color de la piel, del pelo ) y hasta el hijo que llevaba en brazos al subir tenía la edad del mío. Pero sobretodo era la actitud corporal lo que me conmovió: esa forma más