Una de sudacas


(Pasaron dos días. Todavía no puedo dormir, me despierto empapado, con la cara del Negro riéndose, mostrándome la boca desdentada y esa lengua larga y afilada. Te escribo esto de madrugada, a ver si poner en palabras las cosas me ayuda a ahuyentar los fantasmas)
 

  Hace apenas 3 días  mi vida transcurría tranquilamente, no digo rutinariamente ya que mi rutina consiste en hacer que cada día sea diferente. Es la vida que llevamos acá, viste? Estás lejos de tu mundo, te hacés la ilusión de que estás más suelto, más libre y a lo mejor es sólo que estás en bolas., ni laburo serio, ni guita, ni horarios, ni amigos, ni na de na. Así cualquiera es más libre. En realidad, me gustaba esa vida. Tiempo, eso si que tenía; es más: me sobraba. Y eso que la Flaca es inquieta y divertida, siempre estaba proponiéndome cosas: "vamos acá", "laburemos", " arreglá la mesita","vamos a bailar"....

  La Flaca, pobre Flaca, ella lo pasó peor. Y es la que cargó con la culpa, aunque no es así, la culpa no es de nadie o, si se quiere, del Barbeta, pero como le reclamo a él?.  Es verdad que fué ella la que inventó lo de vender empanadas en la calle. Y también fué ella la que empezó a ir a vender al Cuartel de la Policía, por eso que tienen las minas de que les gusta que las miren, que les digan cositas, que las hagan poner un poquito coloradas. Y viste como son los machitos cundo están en banda... Entrar primero ella y después yo, escuchar las exclamaciones de los canas, saludarlos con un "Buen día" a media voz, lo habíamos hecho cien veces, un evento sencillo y repetido y que además repetíamos en otros 20 lugares donde vendíamos empanadas.

  Pero esta vez fué distinto: todo se rompió a partir de ahí, fuímos otros después de atravesar esa puerta. Los canas nos podrían haber ayudado, eran amables con nosotros, pero no lo hicieron. Tal vez los de Migraciones eran más pesados, no sé, la cuestión es que cuando se nos acercaron los 3 tipos de civil, nadie abrió la boca. Y menos nosotros cuando nos pidieron el pasaporte. No entendimos nada, ni entendimos nada durante las siguientes horas.

  Lo mío es no reaccionar, así soy, pero muy pocas veces estuve tan zombie, tan indefenso, tan colgado como aquella tarde. Las cosas pasaban por fuera, como una película, y yo oía las voces y contestaba y me metía en el patrullero y la miraba a la Flaca llorar y veía el camino, pero no estaba allí: estaba como un cangrejo encerradito en mi cueva, cagado en las patas como nunca estuve.

  Y llega la noche y es peor, ahora soy yo el que llora y la Flaca que me rasca la cabeza, como me gusta que me haga y  pienso en la vida que ya no es desde hace unas horas, sólo unas horas pero que está más lejos que el carajo. Y aquí llegamos, a un Cuartel de Policía?, de Migraciones?, oscuro, sucio, mala onda como todo cuartel y los tipos que nos dejan con otros, que estos sí que son de mierda, "que no hay teléfono", "callate que te ensuciamos los dedos", "llévenselos"....

  Y caminar por ese pasillo y abrir la puerta de la celda y entrar en el Infierno y sentir ganas de vomitar y el miedo, esto sí que es el miedo, estoy lleno de puro y duro miedo. Lo primero es el olor y las caras a las que no me animo a mirar pero que adivino y las risas y los dos negros que se le acercan  a la flaca y que empiezan a joderla y esa lengua blanca que sale de una boca negra, que se mueve como si estuviera viva y que grita: "te voy a chupar toda".

 
  Yo no creo o, más bien, no creía. Nunca me preocupé de esas cosas, pero este tipo estaba ahí, no por casualidad, sino por nosotros. Después supimos que era jodido, que había matado a varios por su laburo, por la mafia, que sé yo, pero cuando se paró y gritó 4 o 5 palabras en francés y la celda se convirtió en un monasterio mientras me ponía la mano en el hombro y nos hacía sentar en ese banco de cemento al lado suyo, yo pensé que era un angel, en serio, se me vino a la cabeza un angel y le vi la cara y me pareció el tipo más bueno del mundo. Quién te mandó, querido mafioso francés, que no te conozco, que casi no hablamos, que seguiste solo al lado nuestro sin siquiera mirarnos? Quien te mandó sino el Barbeta para arreglar la cagada que se había mandado con nosotros?.

  Fueron unas horas, nomás. Unas horas sentados en un banco de cemento al lado de un angel mafioso, en silencio, inmóviles, los ojos cerrados, abriéndolos cada tanto para relojear tres putas gordas, un chino con pinta de peligroso, 2 jamaiquinos dados vuelta y volver a cerrarlos pronto para pedir, a no se quién, que llegara la hora de salir.

  Y la hora llegó, siempre llega. Mañana estaré en mi pueblo, en mi casa. No se como estarán las cosas por allá, seguro que como siempre: más o menos. A mí, que vengo del Infierno, me parecerán fantásticas.

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