Babel Recargada


  El primero libro que leí en mi vida, aún antes que alguno de la colección Robin Hood o que algún tomo de “El Tesoro de la Juventud”, fué una especie de Manual Ilustrado/ Resumen Leroux sobre La Biblia con el que hice mi cursito preparatorio para la 1era Comunión, tal como se estilaba en aquellos lejanos años. Algunas historias bíblicas con sus ilustraciones coloridas en plan naif han perdurado en mi memoria, un poco resumidas tal como las aprendí, despojadas de su valor religioso y más parecidas a cuentos fantásticos. Pero ahí están, en mi cabeza, cincuenta y pico de años después.

  En estos días pienso varias veces en la historia de la Torre de Babel: ese enojo de un Barbeta furioso por la desobediencia de los hombres que deciden, orgullosos ante el invento de la tecnología del ladrillo, construir una torre que se elevara hasta el cielo. Decidido a frenar tal delirio Dios los confunde, que eso quiere decir Babel, confusión, haciéndoles hablar en distintas lenguas. Santo remedio, los tipos sin poder entenderse entre sí tienen que abandonar tan megalómano proyecto.
 A simple vista parece que la movida de Dios no fué muy eficaz: los hombres seguimos desafiándolo ante el avance tecnológico (manipulando genes, clonando individuos, aspirando a sintetizar la vida y a vencer a la muerte) y el castigo Babeliano duró lo que tardaron los hombres en aprender a traducir: apenas un ratito.

                            Pero no, Babel es hoy.



La noticia puede decir: “ Ataque israelí a flota con ayuda humanitaria: 9 muertos” o algo así. Un hecho sucede frente a las costas de Gaza, y a las pocas horas en Bariloche, Madrid, Arica, Manaos y en centenas de miles de ciudades y pueblos del mundo hombres y mujeres, a las pocas horas, saben lo que pasó, tienen su opinión formada. Como al suceso no pudimos ni verlo, ni oírlo, ni tocarlo, ni olerlo ni gustarlo recurrimos a la prolongación de nuestros sentidos, los medios, que nos acercan palabras, sonidos e imágenes que nos permiten, justamente, imaginar y construirnos un relato sobre lo que pasó. Y es aquí donde la Inteligencia Suprema nos confunde, nos Babelea: nos hace creer que existe un relato, un único relato verdadero, y que podemos conocerlo a través de los medios.

  Decía mi abuela, todas las abuelas lo dicen, una verdad bien sencilla: "todo es según el color del cristal con que se mire". A mí me sorprende que tal verdad, tal vez de tan sencilla o tal vez porque lo digan las abuelas, es algo que no forma parte de nuestro bagaje de ideas importantes, es apenas una verdad pequeñita. No hace falta entrar en discusiones epistemológicas, ni místicas, ni científicas para saber que si nos ponemos los anteojos rojos nuestro mundo será rojillo como lo mira el progresismo, y diremos en este caso algo así como “…Otra vez la agresión del gobierno sionista de Israel sobre el pueblo palestino, bla, bla, bla ….”. Y si nos ponemos los azules veremos el mundo liberal que percibe la derecha, que opinará : “…otra vez el terrorismo árabe ataca a Israel, bla, bla, bla…”. No es difícil descubrir que nuestro cristal, que nos ponemos de los ojos para adentro, está constituído por los medios a los cuales cada uno recurre para acercarse y construir esa realidad. Desde “Estrella Roja” hasta “El León de Sión” pasando por P12 o La nación hay un variado menú donde cada uno elige la fuente de información correspondiente a su color y “voilà” ya sabemos que pasó y estamos listos para discutir con quien sea nuestra verdad. Pero no sólo se trata de que los medios no son , ni por supuesto pueden serlo, “objetivos” (los periodistas, como todos los hombres, usan cristales). Lo extraordinario es que a pesar de que sólo podemos percibir la realidad a través de cristales de colores, esta es blanca, no tiene color o los tiene todos, lo que viene a ser lo mismo. Pero esa es otra cuestión.

  Así opera entonces nuestra Babel Recargada: creemos y nos identificamos totalmente con esa explicación del mundo, con esa verdad tan pequeñita, tan parcial y construída fundamentalmente a partir de palabras e imágenes mediatizadas e ideas de Formadores de Opinión, en quienes delegamos esa tarea. A tal punto nos identificamos que no sólo somos incapaces de entendernos con los que que miran con otro color, que es lo que pretende este todavía furioso Barbeta (razones no le faltan), sino que también peleamos, matamos y morimos por ello.

  Babel es hoy el Pensamiento Militante, por más que parezca muy profundo y racional, que no busca la verdad sino el triunfo. Me parece que el mundo será un lugar más amigable cuando demos un paso atrás y después de creernos que, gracias a un sistema de ideas que incorporamos de afuera, lo conocíamos todo de todo, reconozcamos, al comprender la enorme complejidad de la vida, que en el fondo sabemos sólo un poquito de algunas cosas.

   El mundo será mejor cuando en vez de un Pensamiento Militante tengamos simplemente Pensamiento.

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