Libertad a Hannibal Lecter !



  En 1989, Earl Shriner, criminal reincidente, a pesar de haber declarado su intención de cometer nuevos crímenes contra niños sale en libertad y viola y mutila a un niño. A raíz de este incidente se discute en Estados Unidos que hacer con los “predadores sexuales”, una vez que quedan en libertad: enfermos no son, ya que no pueden recuperarse y presos no pueden seguir porque han cumplido la condena. Se buscan alternativas como la creación de centros que no son ni cárceles ni hospitales, con un régimen cerrado pero que tienen un costo altísimo ( entre 177.000 y 390.000 U$S por cada interno). Ahí siguen, entonces, buscando soluciones a un verdadero problema.

  A mí lo que me sorprende de esta historia, que leo en Le Monde Diplomatique, es saber que alrrededor del tema surgen voces que se alzan en defensa de los derechos de estos ex- y al mismo tiempo futuros delincuentes. Gente que se pregunta sobre si es justo encerrarlos a pesar de no haber cometido ningún delito y cosas por el estilo. Probablemente alguien tiene que hacerlo, pero que clase de gente es la que se preocupa por los derechos humanos de un caníbal como Haníbal Lecter, por ejemplo.? Quien va allí a fijarse si le cercenan algún derecho y a llevarle cigarrillos y una frazadita? No puedo ni imaginármelo.

  Si que conozco a alguna gente que trabaja en defensa de los derechos humanos y en el tema social aquí en mi pueblo. Muchos son militantes políticos de un espectro que va desde la ultraizquierda hasta el progresismo “políticamente correcto”. No veo que ellos, como grupo, sean de gran ayuda: son un poco como las iglesias evangélicas que van a pescar adeptos en estas aguas, y muchos no están allí por amor sino por el “enojo esencial” que tienen (los chicos de Quebracho son “chicos enojados con el mundo” y nada más), y el gusto por el poder. Otros son trabajadores municipales, provinciales o docentes que llevan adelante Escuelas para Adultos, Talleres de Oficios, Comedores Comunitarios, etc. en estos barrios, que existen ya pero que muchas veces son ineficientes y burocráticos. Porque entre este grupo de trabajadores estatales, como en todos lados, están los buenos y los burócratas que sólo se preocupan por cumplir horarios. En esta situación están también algunas ONG que tienen subvención del estado, que en muchos casos son o militantes que buscan “romper todo” más que solucionar algo o burócratas interesados sólo en cobrar sus sueldos.

   Pero también tuve oportunidad de conocer a los auténticos trabajadores sociales, los Hombres y Mujeres Generosos, que tienen ese don. Gente que trabaja en la “frontera” porque sí, sin otro fin que ayudar. Están allí años y años hablando con pibitos que empiezan de niños con problemas y están y están y los visitan en la cárcel y se ocupan de que estudien y cuando crecen, de conseguirles trabajo. Todos los días ese es su trabajo, ingrato, por cierto, porque, como el del ama de casa, no luce. Los chicos vuelven a caer, un mundo para siemprea y otra vez: casi todos los que empiezan a caminar por “el lado salvaje” continúan por él.

  Pero eso sí, cuando logran que uno de esos pibes, nacidos en un mundo miserable, muchas veces no tanto en lo material, sino en lo moral (padre alcohólico, violento, madre ausente, desamorada, irresponsable, que reproducen mecánicamente la misma historia de otros padres y otras madres inmorales) comienza a escribir su vida con letra clara y transparente, ese día los Generosos son felices, porque saben que han cambiado el mundo.

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