Money, money, money

  Bill Gates y Warren Buffet, quieren convencer a los otros 398 hombres que integran con ellos la lista Forbes de los 400 más ricos del planeta para que donen el 50% de sus fortunas para así destinar, entre todos, 600.000 millones de dólares a obras de beneficencia. Un montón de dinero y una idea, me atrevo a decir, revolucionaria. Ni el más talibán de los rojillos puede criticar esta iniciativa.

  En la propuesta de Gates y Buffet hay otro mensaje ímplícito para sus afortunados colegas: “Muchachos, asumámoslo, no sabemos que hacer con la mitad del dinero que hemos ganado durante nuestra vida. Con la primera mitad alcanzaba para todo lo que fuimos capaces de desear para nosotros y los nuestros. Hace mucho que no podemos desear nada más. Regalemos lo que nos sobra a alguien que todavía desea, que todavía necesita.”

  Seguramente no hace falta tener una fortuna tan enorme para que el dinero te sobre, para que no encuentres nada más digno que hacer con él que empeñarte en gastarlo en aquellas cosas que manifiestan que sos rico, como los objetos de lujo, los consumos (viajes, marcas, inmuebles) de moda, etc.. En Televisión suele aparecer seguido un gordo pelandrún, heredero de una fortuna chocolatera, que es emblema de esta forma primitiva de ser rico.

  Pero por lo visto para Gates y Buffet, que integran la columna vertebral del capitalismo, admirados y envidiados por cientos de millones de tipos que creen que teniendo fortuna la vida sería mejor, también importa encontrar verdad en aquella bóveda a la que se arrojaba para revolcarse entre monedas, billetes y joyas aquel miserable Tío Patilludo de Disney .

             
         
                    Al final, ellos también, buscan, entre sus millones, un poco de sentido.

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