Los ¿perdedores?
( Leí por primera vez acerca de José Luis Nell y Lucía Cullén en "La Voluntad", la poderosa
crónica de aquellos años de fuego escrita por Anguita y Caparrós. Después supe
que otros contaron su historia y que hay un documental “Los Malditos caminos”,
bastante zonzo, que habla de ellos. Al principio pensé que lo que me atrajo a pensar en ellos fué
lo enormente triste del final de sus vidas. Hoy creo que no.)
No se si José Luis Nell era un
pibe común, si es que común quiere decir algo. Porteño, de clase media baja, nacido
en 1941 como muchos. Seguramente empezó
a dejar de ser común cuando en los años 50 se incorpora a Tacuara, un grupo de
ultraderecha, cuyas principales actividades eran atacar judíos y comunistas y
escuchar al Padre Meinvielle, el ideólogo filo nazi del grupo. A los 22 años se
convirtió definitivamente en un chico especial: en la primera acción de un
grupo guerrillero, el MNRT (desprendimiento izquierdista de Tacuara), en la
Argentina, el asalto al Policlínico Bancario, dispara (tal
vez injustificadamente) su ametralladora matando a 2 empleados, hecho que
estará presente en su vida hasta el último día. Allí se inicia una carrera
militar exitosa: huye a China, donde recibe entrenamiento militar, regresa a
Uruguay donde se incorpora a los Tupamaros, con quienes participa en la famosa
fuga del penal de Punta Carretas y finalmente vuelve a la Argentina donde se
incorpora a los Montoneros. No se porqué, pero creo que si lo hubiera conocido no nos hubiéramos caído bien.
Lucía nació en una familia
acomodada: su padre fue Presidente de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos
Aires y ella, por lo tanto, iba para chica “bien” con Colegio de monjas y todo.
Pero como les sucedió a muchos jóvenes de buena familia educados en la fé y en el privilegio, Lucía,
empujada por el viento de la historia que soplaba en aquellos años, se encontró
caminando con los Curas del Tercer Mundo hacia las villas miserias donde
desarrolló su profesión de Trabajadora Social y luego su militancia en las
Fuerzas Armadas Peronistas y Montoneros. Ser revolucionario significaba
cuestionar también otras reglas: Lucía vive con el Padre Carlos Mujica, otro
chico rubio convertido en lider de los curas villeros (además de formador
espiritual de la dirección originaria de los Montoneros) una historia de amor
que incluye viaje a París, algún tierno paseo por Madrid, una visita conjunta
al Gral. Perón y excluye el sexo por la férrea voluntad del cura tan
comprometido con los pobres como con su Dios. Lucía sí que me hubiera gustado.
El Montonero “pesado” y la rubia
revolucionaria finalmente se encuentran, se enamoran y se casan, en una
ceremonia celebrada en la clandestinidad por el mismo Cura Mugica, en junio de
1972. Una historia de amor y revolución que comienza a ponerse trágica el 20 de noviembre del 72:
ese día Jose Luis encabezando la columna Sur de Montoneros que busca copar el
frente del palco preparado para recibir a Perón en Ezeiza, queda parapléjico
después de un tiroteo con un grupo de la derecha peronista que buscaba impedir
el copamiento.
Con la absoluta inmovilidad llega
una depresión de la que nunca logra salir. La historia de este feroz guerrero
postrado en silla de ruedas, a quien algún antiguo compañero de batallas a
veces ayuda a bañar, sin posibilidad de curarse, devenido, además, en crítico acérrimo de los
Montoneros de quienes decide separarse a pesar de que vive de un escaso sueldo
que la Organización
le tiene asignado, no podía terminar de otra forma: el 9 de septiembre de 1974
algunos compañeros lo llevan a una estación de tren abandonada, uno de ellos
(Lucía?) le pone su pistola en la mano y se vuela la cabeza. Fin del dolor para
José Luis pero no para Lucía que todavía va a sufrir la pérdida de su embarazo
unos pocos meses después y que finalmente es secuestrada, torturada y asesinada
en Noviembre de 1976.
Hoy me pregunto que quedó de aquella triste historia, que es la historia de miles de pibes y pibas que crecieron viendo los mismos programas que yo veía en la tele, escuchando los mismos discos de Los Beatles, mirando las mismas películas y que apenas vivieron la Primavera de sus vidas. Esas vidas fuera de su lugar, de chicas que en lugar de veranear en Punta del Este vivían en las
villas, de pibes que en lugar de juntarse los miércoles para jugar Futbol 5
se reunían para matar un general o morir en el intento, vidas tan llenas de dolor, de confusión, de delirios, de imaginación, de ideas absurdas, de violencia, de locura y de muerte, de valentía, de amor y generosidad, esas historias, me pregunto: que nos dejaron?
Intento contestarme:
Algunas ideas verdaderas,
la procupación por lo social,
el coraje de Cristina,
y un puñado de mentiras
Intento contestarme:
Algunas ideas verdaderas,
la procupación por lo social,
el coraje de Cristina,
y un puñado de mentiras
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