Voyeur

 Desde hace muchos años vivo en lugares más o menos hermosos pero disfruto menos de los paisajes naturales que del paisaje humano: mi verdadera vocación es contemplar gente, pero no por fuera, físicamente; lo que me gusta de verdad es ver a la gente por dentro. Procuro siempre trabajar en contacto con público: he sido barman en hoteles de lujo, he atendido infinidad de comercios, sobretodo aquellos donde el contacto con el cliente es intenso, vendedor en una y mil ferias y me he quedado con las ganas de atender un confesionario de una Iglesia. Y así, mientras veo la gente pasar me gusta imaginar que hacen, de que trabajan, como son. Por supuesto que muy pocas veces puedo verificar la veracidad de lo que imagino, pero no me preocupa, como tampoco me preocupa saber si los personajes que veo en una película o en una novela o en los programas de chimentos de la tele son verdaderos.

 Como se lleva esa pareja? El irradia más sexualidad , se cuida más...ella está decididamente gorda y medio avinagrada... seguro que él tiene una amante más joven...Y este hombre veterano, solo? Es separado... no... viste con descuido y está como ido...Es viudo reciente. Y este tipo, tan pulcro, tan atildado, que viste y habla con tanta formalidad, será abogado?.... mmmm.... esas manos tan cuidadas y delicadas, más bien es cirujano...

 Y así, con esta vocación de "voyeur de interiores" a la que me dedico siempre que puedo, he llegado a imaginar miles de vidas ajenas, he explorado miles de mentes sanas y retorcidas y he adjudicado ocupaciones apropiadas a miles de rostros y cuerpos que he visto. Me tranquiliza explicarme siempre a quien tengo delante mío: me hace sentir que amortizo tanto ir de un lado a otro, tanto conocer gente diferente. Para algo me ha servido la trashumancia.

  Muy pocas veces me asombro de lo que me imagino. Ni siquiera cuando supe que aquel tipo había asesinado a alguien o cuando imaginé que esa mujer vieja tan fea, tan sola, tan amarga iba a ser  de aquellas a quien el portero encuentra en su pequeño departamento cuando, varios días después de muerta, el cadáver empieza a descomponerse.

 Pero alguna vez pasa que encuentro algo que me conmueve. Hace tiempo vi a una familia riojana, los padres jóvenes, profesionales exitosos, enamorados, los hijos 3 pibes hermosos, los 5, tenían esa mirada inconfundible. O aquella pareja de veteranos que llevaba 3 meses recorriendo la ruta 40 desde Salta y que iban a Ushuaia, ellos también la tenían. En realidad es más que una mirada: hay gente que irradia calidez, paz, una serena alegría y yo tengo la suerte, de vez en cuando, muy de vez en cuando, de encontrarla.
 Doy fe:
         Aunque parezca mentira la Gente Feliz también existe.




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