Pensando en Chavez, en el pueblo y todas esas cosas ...en las que creía (1)
(“Tomo conciencia de mi identidad en forma de palabras,” dice un
personaje de una novela de un japonés modernoso. Yo agregaría: “en forma de
palabras escritas”. Se lo que pienso cuando puedo escribirlo. Pues eso.)
Cuantas personas asistirían al funeral de Rajoy si, Dios no lo quiera,
se muriera mañana? O al de Angela Merckel? Ante el cadaver de Evita embalsamado
desfilaron, durante 15 días, 500.000 personas (Argentina tenía en 1952
15.000.000 de habitantes). Al funeral de Perón fueron 135.000. Al de Nestor
Kirchner acudieron 80/400.000 según distintas fuentes en un Buenos Aires de
13.000.0000 de habitantes.
Como explicar esos 2.000.000 de
personas (Caracas tiene poco más de 3.000.000 de habitantes, Venezuela poco más
de 30 millones), esos 4km de colas, esas horas de espera bajo el sol tropical,
con peleas por colarse, con desmayos, durante 10 días para despedir al
Comandante Supremo de la Revolución
Bolivariana (cuanta mayúscula inútil). Tal vez sea algo
simple: Chavez le dió a esa gente cosas (casas, escuelas y universidades
accesibles, médicos en los barrios, acceso al consumo). Cosas en serio,
palpables, de las que se tocan, de las que te mejoran la vida de todos los días
y también de las otras: el sentimiento gratificante de que a quien gobierna le
importo, que alguien poderoso se ocupa de mi. Existo. Y además el Comandante
Supremo, el Poderoso, nació en una casita pobre como la mía.
En esto invertía Chavez el 25% de
la renta petrolera.
Quien puede no estar agradecido a
quien le dió esto?
Yo creo que, si estuviera en el lugar de ellos, iría a hacer
la cola al funeral.
Pero no estoy en el lugar de ellos.
Y los otros, los que
ya tenían casa, educación, salud y dinero? Seguramente, y por eso surgió
Chavez, eran poquitos pero tenían el poder de gobernar Venezuela. Seguramente
nunca les pareció importante gastar el 25% de la renta petrolera en lo que lo
gastó Chavez. Seguramente pensaban, como siempre les pareció a las elites
gobernantes de muchos países, que la desigualdad social no es un problema de
ellos sino que es algo natural que tiene que ver con la pereza o la mediocridad
o la incapacidad genética de los indígenas o…Y seguramente se gastaron el 25%
de la renta petrolera en shoppings, en viajes a Miami y en casas con piscinas.
No
tengo dudas de que en el lugar de ellos, hubiera elegido invertir en lo que
invirtió Chavez.
Pero no estoy en el lugar de ellos.
Yo, como millones de tipos, estoy
en el segmento del medio en esta Argentina que es, más o menos, como Venezuela,
como toda Latinoamérica y como una buena parte del mundo en donde hay una
desigualdad social pronunciada: no pertenezco a la elite gobernante pero no
necesito que el Estado se ocupe de mí para vivir. Todas las sociedades se
estructuran en pirámides: una cima estrechita una base anchísima y un segmento
en el medio. Escuché a Lula decir que los ricos no necesitan del Estado, que el
Estado debe gobernar para los más débiles, para la base de la pirámide. Y los
que piensan como él, como Chavez, como casi
todos los gobernantes de Latinoamérica hoy, producen una inevitable tensión
entre el arriba y el abajo de la pirámide: porque necesariamente las mejoras de
los de abajo deben fluir desde los de arriba.
Chavez (como muchos de los
partidarios del “ala izquierda” de estos gobiernos latinoamericanos) no se
preocupaba por la aparición de estas tensiones o tal vez las estimulaba: es más, él eligió el camino de la Revolución Socialista ,
el camino de la guerra." Esta lucha entre los de arriba y los de bajo terminará con
el triunfo del Pueblo y la derrota de la derecha apátrida. Hasta la
Victoria siempre, Comandante!"
Que pensaría hacer Chavez, que va a hacer Maduro con los 7.200.000
opositores-enemigos? Desterrarlos a Miami, eliminarlos físicamente, reeducarlos
para que adhieran al Socialismo del Siglo XXI? Seguramente pensaba que ese no era
un problema suyo: "después de décadas de
privilegios el pueblo piensa que es bueno y justo que la derecha coma mierda".
No estuve ni estaré en su lugar
pero si hubiera estado no hubiera seguido ese camino: no hay causa, ni siquiera
la justicia ni la igualdad ni ninguna gran palabra que pueda escribir, que justifique disparar la espiral de la violencia guerrera.
Acercarme con la mente abierta a la realidad
venezolana (siempre me cayó mal Chavez: lo veía como el gordo fanfarrón ideal
para trabajar de portero de discoteca que también era) durante estos días de
marea roja me permitió encontrarme con ese otro Chavez, el gordo bonachón, caradura
y generoso, auténticamente popular, que se sentía destinado a cumplir una Misión:
la de mejorar la vida de los venezolanos desfavorecidos.
Al final a mi Gordo fanfarrón
y patotero, valiente y generoso la vida le sonrió: tuvo una misión y la cumplió.
Y en ello dejó la vida.
Que más se puede pedir?
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