Los Montoneros no jugaban al fútbol



( Hace un tiempo heché esta mirada a nuestras fiestas testosterónicas de cada domingo. Hoy recupera actualidad )
                                         

             
 Escribo esto con la música de fondo de los cantos de los Borrachos del Tablón, la barra brava de River. Me inspira. Llevo varias horas viendo videos de este ritual  que cientos de miles de hombres jóvenes y adultos celebran todos los domingos en una cancha de futbol. Y que además rebota durante varios días en los medios, en los cafés y en las cabezas de muchos más.  Si  desde un satélite que va atravesando los continentes un domingo, nos acercáramos con un zoom a las miles de ciudades del planeta veríamos celebrarse, en los Estadios de todas, las mismas Ceremonias Paganas: sacerdotes/guerreros combatiendo según distintas liturgias, impulsando con las manos, los pies o con palos pelotas de distintos tamaños y formas. Y miles de hombres alrededor contemplándolos excitados. Y millones más asistiendo a través de los medios
Cuántos espectáculos son tan universales, masivos e intensos?

 "Pasión" llaman por aquí a esta vibración de una frecuencia particular que recorre las tribunas, entra por el estómago, sube al pecho y sale fuerte y poderosa por la garganta de 100.000 tipos. Pocos momentos en la vida  se asemejan, para muchos, a este estado de éxtasis, de excitación y sobretodo de comunión con otros que cantan y gritan al unísono disolviendo las individualidades en una masa poderosa, viril, primitiva, no sujeta a moral ni a normas ni a otra cosa que no sea una fuerza mayor capaz de vencerla.
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Ya lo dijo el tal Von Clausewitz, aquel famoso D.T. prusiano: “El Deporte es la guerra por otros medios”. Lo veremos pronto en el Mundial: las banderas flameando, los himnos anudando las gargantas, las muchedumbres identificadas con sus soldados, alentándolos, sufriendo y alegrándose con ellos como si en cada partido se jugara el destino de la patria. Y esos guerreros poniéndolo todo, en este combate que no es a muerte pero que lo juegan como si lo fuera. Por eso son los mejores.

 Aunque hoy los psicólogos todavía discuten si la sublimación de la violencia por el deporte sirve para controlarla, lo claro es que cada domingo en los estadios vemos un sucedáneo, una representación light de la guerra. Los guerreros de verdad y estos de mentirillas se impulsan con el mismo combustible: la sangre llena de testosterona. La energia del dios Marte, la pulsión esencial de la Guerra, se eleva espesa sobre un estadio de futbol como el humo de la explosión de un edificio alcanzado por un misil. 

  A fines de los 60´s y en los 70´s una gran cantidad de jóvenes no jugábamos al futbol. Es más, este era para la izquierda una forma de adormecer y distraer al pueblo de su verdadera tarea que era hacer la Revolución. Los Montoneros ( toda la miltancia, el ERP, etc.,)  no jugaban al futbol, ni lo veían, ni nada de nada. En aquellos tiempos muchos jóvenes hacían la guerra y otros jugábamos a hacerla, hasta que el juego se convirtió en tragedia. Unos años después el bando de los Montoneros fué aniquilado y Argentina, por esas cosas de la vida, salió campeón mundial. Luego aparecieron los escritores progresistas futboleros, Fontanarrosa, Soriano y el resto y nuestra "pasión nacional" pasó a ser entonces Nacional y Popular. Y así es como hoy el futbol, para todos y todas, nos sale por las orejas.

 La guerra: el puro y duro horror. Y sin embargo somos la guerra también, somos esa energia, sin la cual no hubiéramos llegado hasta aqui. De donde sino aquel gordo antepasado nuestro hubiera sacado el valor para darle un palazo a un tremendisimo dinosaurio. Esto es también, como la guerra, cuestión de testículos. La testosterona, segregada por ellos, no es, seguramente, lo que nos hace humanos. Mas bien al contrario, es el animal que llevamos dentro.  Nos hace animales pero nos mantiene vivos.

El tema es que, es preferible ver Argentina- Brasil, que tu barrio bombardeado. Digo, preferible para mi, que apenas tengo 4,3 % de testosterona. Otros no se perderían por nada del mundo la oportunidad del combate, la oportunidad de reventar a los sionistas o a los Yanquis o a "los bosteros" o a quien sea. Cada uno es cada uno, asi somos de diferentes. Pero por lo visto aquello que nos hace humanos, aquello que a través de los tiempos va inventando valores, la conciencia en su evolución, nos dice hoy que no hay que matarnos y que es deseable vivir en paz. Seguramente no era así en otros tiempos y seguramente no es nuestro estado natural, no es de donde venimos. Pero hacia alli es donde queremos ir. Eso es la Civilización. Y para eso inventamos el deporte, para sublimar el impulso guerrero. (Bievenido el deporte a nuestras vidas. Sin él serían más ásperas. Aunque a veces nos dé algún disgusto)

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