Llega el Invierno aquí al Sur. Como siempre ha sido y siempre será (si el calentamiento lo permite). En cada lugar será diferente: en mi pueblo nevará, en otros lloverá mucho, en todos hará más frío, los días serán más cortos y todos, hombres, animales y plantas trataremos de gastar menos energía. También otro Invierno llega siempre y puntual a nuestras vidas y cada uno lo vive diferente: según veo en estas fotos a algunos nos borra la sonrisa y a otros parece que nos la dejara para siempre. A casi todos nos arruga, nos lleva el pelo y nos pone en evidencia que nuestro cuerpo, esta máquina que alguna vez fué casi perfecta, indudablemente se va gastando. Algunos nos sentimos más cerca de la plenitud y otros más cerca del vacío. Y todos hacemos lo que podemos para estar bien porque este invierno, con su frío, su plenitud, su deterioro o su paz es lo único absolutamente nuestro que tenemos.
A mi, en el Invierno de mi vida, me da por pensar, sobretodo en lo que pasó, en lo que viví. Miro para atrás y reflexiono. Y escribo.
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