Empantanados
Suelo preguntarme (aunque sé que no existe respuesta) si este país donde vivo es “mejor” que aquel en el cual nací en 1951, o que aquel en donde me hice un joven en los 70´s o que aquel del cual emigré en 1976. Determinados datos indican que el país va para atrás; el índice de pobreza en 1974 era 8% y el de desempleo 2,7%. Hoy son, 40,8% y 11%. Otras variables y lo que yo percibo y valoro más allá de lo que puede medirse indican que vamos para adelante: la gran mayoría de los argentinos sabemos hoy mucho más del mundo y de la vida que nuestros padres, accedemos más fácilmente a la salud y a la educación, vivimos más tiempo, disponemos de más bienes materiales y culturales, etc…. Más allá de esta comparación imposible, en lo que creo que muchos coincidiríamos es en que el país no avanzó como era de esperar teóricamente, dada su historia, su potencial riqueza y su recurso humano. Y más si lo comparamos con el desarrollo integral de otros países. Por ejemplo la diferencia entre la España post-franquista adonde llegué en 1976 para vivir 18 años y la que visité en 2019 es abismal, en todos los aspectos. No percibo una evolución semejante en la Argentina.
No vamos ni
para atrás ni para adelante, ¿porqué? Llevamos años
intentando contestar esta pregunta y lo primero que aparece en las respuestas son
distintos culpables según sea quien conteste: la oligarquía fundadora de la
Nación, el peronismo, las corporaciones, el egoísmo de los ricos, el gasto
inútil de los planes sociales que desalientan la cultura del trabajo, el
capitalismo, el estado elefantiásico con su exceso de empleados y de impuestos,
la corrupción, el sindicalismo responsable de la baja productividad de los
trabajadores y seguro que alguno más. Y también, como no, nuestra idiosincrasia:
la estúpida viveza y afición a los atajos que ahorran esfuerzos, el irrespeto a
los otros, la incapacidad para cumplir con normas y leyes, el extremo
individualismo y egocentrismo.
Hoy, cientos de miles de alumnos de la Ciudad de Buenos
Aires y sus familias y algunos miles de docentes se despertaron sin saber si
debían o no concurrir a clases. La discusión entre los gobiernos de la Ciudad y
de la Nación. sobre la incidencia de la presencialidad escolar en el número de
contagiados, empantanó el desarrollo
del ciclo lectivo. Y lo sorprendente es que sobre este tema nadie tiene evidencias científicas
suficientes, tan solo resultados de algunos pocos estudios recientes,.
Como si la lista de
lastres que nos dificultan el avance no fuera ya demasiado abundante hay que
agregar otro factor de ” empantanamiento”:
la lucha política-ideológica. Pero me pregunto ¿no son las creencias que
constituyen las ideologías y que direccionan la acción política las que nos
dividen, nos separan y nos hacen confrontar, odiar y despreciar gratuitamente?¿
No es la lucha política, hoy encarnizada, deshonesta, motivada por la ambición
de poder, de privilegios o de riqueza, que oculta mezquindades y egos disfrazados
de trabajo por el bien común y basada, además,
en creencias surgidas en el siglo pasado. el verdadero problema.? ¿No es
esta la causa de que se proyecte una sombra sobre la democracia, que crezca en
muchos países el desinterés por las elecciones y que sean cada vez más frecuentes
resultados electorales insólitos.? ¿No es la infructuosa lucha política/ideológica
la causa del desprestigio de la clase política?
Hay gente que cree que la historia de la humanidad es la
historia de la lucha entre los pobres, buenos y justos contra los ricos,
codiciosos y explotadores. Una guerra inevitable y deseable que solo terminará
con el triunfo de los buenos. Otros conciben que es la lucha contra el peronismo
hasta su aniquilación lo que liberará al país de sus males. Mucha gente cree que la lucha y la guerra son deseables e inevitables
Yo no. Por el
contrario creo que la historia de los hombres es la historia de una proeza:
hemos pasado en algunos cientos de miles de años de vivir en grupos de 150
individuos guerreando por el territorio, el alimento y las hembras
con los grupos vecino,s a constituir esta red de 7600 millones de individuos
interconectados que cooperamos, a pesar de todo, para hacernos la vida mejor.
Y es la
cooperación lo que, por ejemplo, permite
que hoy esté escribiendo en esta computadora personal que fue inventada hace 60
años por unos jóvenes en California y
desarrollada por miles de diseñadores e informáticos de todo el mundo,
fabricada por un grupo de operarios chinos y transportada por un carguero
inglés y podría seguir enumerando cientos de miles de individuos de todo el
mundo que han cooperado para que yo apriete, ahora, en Bariloche, esta tecla
del punto final.
Muy buen relato Ricardo , tu visión respecto a Argentina me parece acertada.Un saludo desde Sitges.No se si te extraño más a vos o a los años 80 en que éramos como una familia.
ResponderEliminarAbrazo grandote Alejandro. Quien nos quita lo bailado? Absolutamente nadie
EliminarMi razón está en parte de acuerdo con vos y en parte no.
ResponderEliminarMi sentimiento querría estar de acuerdo con los últimos párrafos, pero no lo está.
Mi tiempo para entregar un trabajo mañana se me agota y yo acá boludeando y pensando en la Humanidad...
Eso sí que lo conseguiste vos con tu texto.