Creencias




 





  Todos tenemos nuestras propias certezas. Las necesitamos por que nos inquieta la incertidumbre: deseamos vivir en un mundo comprensible y previsible. Pero por más que nos empeñemos en atribuir a nuestras certezas la cualidad de "verdades", la mayoría de las ideas y representaciones sobre el mundo que tenemos en la cabeza, son en realidad creencias, es decir "cosas que tenemos por ciertas, sin poseer evidencias de ello"(RAE).

 No tenemos más opción que creer en lo que no sabemos si es cierto: desde hace millones de años intentamos explicarnos el mundo para poder vivir en él  alimentados, abrigados y protegidos de la mejor manera  posible. Pero nuestro cerebro es limitado  y solo accede al conocimiento verdadero de una partecita ínfima  de lo que existe. Por eso utilizamos otro conocimiento, provisorio, conformado por teorías, conjeturas y creencias sin evidencias suficientes a las que consideramos verdaderas hasta que no se demuestre lo contrario y mientras nos resulten útiles para funcionar en en el mundo

 Y con esto, conocimientos y creencias, vamos redactando un siempre inacabado "Manual de Instrucciones" que utilizamos para llegar, de momento, hasta aquí.

 Hay campos de la experiencia humana en donde solo penetra la fé y en donde la razón no    cuenta: Dios, la espiritualidad, lo metafísico, la devoción por maestros o líderes, la creencias que aportan identidad y pertenencia  que funcionan como la adhesión a un equipo deportivo y tantas otras ideas y proposiciones donde nuestra ubicua e inagotable capacidad de creer puede depositarse sin necesidad de evidencias suficientes.

 Pero para conocer sobre el mundo, sobre la vida, sobre los hombres, sobre la organización de las sociedades recurrimos a la razón e inventamos la ciencia, su método y su aplicación, la tecnología, que transforman  constante y vertiginosamente nuestra vida y la del planeta entero.

 El tema es que las ciencias que estudian al hombre se encuentran con un sistema caótico,  extraordinariamente complejo, donde intervienen  inumerables variables  fuertemente interrelacionadas y que además presenta factores que no son mensurables como las emociones, que suelen pesar en la toma de decisiones de los individuos. Así es como en la economía, en la historia,  en las ciencias del hombre en general. no abunda el conocimiento sino las creencias (recordemos, proposiciones que se toman por ciertas sin evidencias suficientes). Sucede que ante la imposibilidad de "saber" construimos sistemas de creencias, las ideologías, que nos permiten darnos explicaciones coherentes que nos sirven para guiar nuestra acción a pesar de ser superficiales, hechas de pinceladas gruesas y poco nítidas, como imágenes de baja resolución. Y a partir de que adscribimos a una ideología esta nos servirá como una especie de filtro que determinará en que vamos a creer: solo tomaremos por verdadera aquella proposición que sea coherente con nuestra ideología.

 Por ejemplo, a fines del siglo XVIII Adam Smith enumeró los fundamentos de la ciencia económica  y estableció los principios del sistema de creencias del liberalismo moderno: libertad de mercado, la existencia de una "mano invisible" que corrije desequilibrios, el interés individual como fundante del crecimiento económico de las naciones, etc..Hoy los políticos liberales en la Argentina y en todo el mundo toman estas ideas por verdades y mañana gobernarán guiados por ellas intentando desregular el mercado, bajar impuestos y achicar el tamaño del estado.

 Otros políticos no piensan lo mismo. Son los que siguen las creencias que enunció unas décadas después Karl Marx  a mediados del siglo XIX. El planteó otro sistema de creencias básico el en el que ha creído   la izquierda a lo largo del siglo XX y en el  que hoy continúa creyendo el "progresismo" : las "verdades" para este grupo  explican que la historia consiste en una lucha de clases entre los ricos, los privilegiados   y los excluídos y los trabajadores que buscan liberarse de la opresión y la explotación para establecer una sociedad más justa e igualitaria.  Mañana los políticos progres se levantarán a gobernar  buscando regular más el mercado, aumentar el tamaño del estado y cobrar más impuestos a los ricos para redistribuirlo entre los pobres.

 Y así vamos, ¿hasta cuando? 

 Yo personalmente empezaré a creer que algo está cambiando en cuanto empiece a ver que se extiende  en los medios, en círculos intelectuales, entre los actores políticos, la incómoda sensación de que no existen las certezas y de que está bien que así sea. Me pondrá feliz comprobar que con la misma convicción con que hoy defendemos nuestras viejas creencias empezamos a dudar de ellas. Porque este es el primer paso para empezar a oir a los que piensan distinto.




















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