Dudar o reventar (2)
No pretendo explicar lo que hoy pasa en el mundo desde mi pequeño mundito de testigo de mi época. Seguramente durante las décadas venideras irán apareciendo teorías que lo irán logrando. Pero yo señalo 2 errores cognitivos que contribuyen a conformar el clima intolerante que planea sobre nuestro ágora .
- Nuestras
creencias nos hacen mejores personas
Las creencias ideológicas están relacionadas
con valores, tienen un contenido moral. Por ejemplo:
“Soy creyente en las ideas progresistas porque
me preocupo por los más humildes, por los que sufren, porque creo que el mundo
es un lugar injusto porque unos tienen muchísimo y otros nada y bla, bla, bla. Y eso me convierte en un tipo solidario,
generoso, altruista”.
O por el
contrario:
“Creo en las ideas liberales porque la
libertad es el derecho fundamental que nos permite a los individuos
desarrollar nuestras capacidades y bla,
bla, bla,. Y por eso soy respetuoso del otro y defiendo la democracia y bla,
bla, bla.”
Y esto en principio determina automáticamente
2 bandos: si yo, por creer lo que creo, soy
solidario y altruista, ¿cómo son los que confrontan conmigo? Egoístas,
individualistas, claro. ¿Cómo no voy a despreciarlos?
Y quienes
confrontan conmigo que defiendo la libertad y la democracia, ¿que otra cosa son
sino autoritarios y autócratas?
Yo sin embargo, creo que el contenido moral de
las creencias es relativo, ocasional y débil. Hay creencias que parecen
asociadas a valores pero que producen efectos contradictorios a los
mismos. Del altruismo se deriva la creencia en que “hay que distribuir la riqueza” cuya ejecución derivó en las
regulaciones impositivas en las que se basan las actuales sociedades
democráticas para brindar servicios de salud, educación y defensa a todos los
ciudadanos. Pero también dio lugar a sociedades injustas y absolutamente
contrarias al buen vivir de sus habitantes como las que produjo la creencia en
la revolución socialista que también pretendía inspirarse en el altruísmo .
La defensa de la libertad y la democracia
contra la supuesta amenaza del comunismo derivó en Argentina en los años 70´s
en la creencia de que valores tan nobles podían admitir, para su defensa, una
guerra “sucia” con graves violaciones de derechos humanos.
He conocido gente de izquierda absolutamente egoísta, miserable y ruin. Y sostengo que alguien puede tener ideas derechistas y ser una persona generosa y altruista. También conozco “fachos” que son muy buena gente. Y por poner un ejemplo histórico: se puede ser, como Thomas Jefferson, propietario de 600 esclavos y al mismo tiempo uno de los autores de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, una fervorosa proclama de libertad.
Lo que nos
hace mejores o peores personas no es lo que creemos sino lo que hacemos. A
veces creer y hacer no transitan por el mismo camino.
-
Soy lo que creo
Como veíamos, nuestras creencias aportan notas a
nuestra identidad, son parte de nuestra personalidad, nos agregan un sentido de pertenencia y
expresan muchas veces nuestra parte emocional. Ellas hablan de nosotros: soy
solidario, rebelde, respetuoso de los derechos
de los demás, disidente, me preocupo por el ambiente, combato la
injusticia….Por eso las defendemos tenazmente.
Quien las desaprueba nos desaprueba a nosotros.
Y sin
embargo puede ser que nuestras creencias sean
tonterías como que las vacunas tienen un chip para controlarnos, que la
tierra es plana o que los extraterrestres ya están entre nosotros. O que no
presenten suficiente evidencia y por lo tanto no sean “verdades” sino una de las
tantas explicaciones, muchas veces contradictorias, que existen sobre un tema.
Valoramos excesivamente nuestras creencias,
cuando muchas veces no son más que
relatos que nos hacemos, o que hacen otros y que nosotros tomamos “prestados”,
que carecen de evidencias y que son ligeros e inconsistentes. Cuando no son
simples estupideces.
(Escritor francés contemporáneo)
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